La natación ha anunciado en la primera jornada un brusco giro generacional. El tiempazo de jornada correspondió a Katinka Hosszu.
La natación ha anunciado en la primera jornada un brusco giro
generacional. Ninguno de los vencedores en los Juegos de Londres 2012
repitió victoria ayer, excepto el equipo australiano de mujeres en los
4x100 libres, rematado en los dos últimos relevos por las hermanas
Bronte y Cate Campbell, que dieron caza a las estadounidenses y batieron
el récord mundial (3.30.65). El tiempazo de jornada correspondió a la
húngara Katinka Hosszu. Destrozó por más de dos segundos (4.26.36
minutos) el que parecía inabordable récord mundial de la china Shiwen Ye
(4.28.43). El registro asusta: Hosszu ganó por cinco segundos de
diferencia a la estadounidense Maya DiRado (4.31.15) y por seis a Mireia
Belmonte (4.32.39), que sufrió para superar a la británica Hannah Miley
en los últimos 15 metros.
El cambio de guardia se manifestó con más nitidez en los hombres. El
joven Mack Horton, 20 años, acabó con 12 años de sequía de los nadadores
australianos en los Juegos Olímpicos. Desde las victorias de los
míticos Ian Thorpe (200 y 400 metros libres) y Grant Hackett (1.500
metros) en los Juegos de Atenas 2004, Australia no había logrado una
medalla de oro en los Juegos, una afrenta para un país donde la natación
tiene una trascendencia casi religiosa.
Mack Horton, cuyo prominente mentón recuerda al del recientemente
fallecido Jimmy Hill –el comentarista de fútbol más famoso de la
televisión británica-, ha confirmado en Río el papel de predestinado que
se le atribuía desde sus hazañas juveniles en el Mundial junior de
Dubai, en 2013. Ahora es el mejor en el mundo de los Sun Ya, James Guy,
Gabrielle Detti, Connor Dwyer y compañía.
La victoria de Horton (3.41.55) sobre el chino Sun Yang (3.41.68) se
produjo en medio de la borrascosa relación que mantienen los dos
nadadores. Hace pocos días, durante las series de entrenamientos en Río
de Janeiro, Sun Yang chapoteó agua frente a Horton, que pareció
molestarse. Un periodista le pidió que aclarara el incidente en una de
las conferencias anteriores al comienzo de los Juegos. La respuesta fue
de Horton fue tajante: “Le dije a Sun Yang que no perdía el tiempo con
tramposos”.
Los dos nadadores se saludaron con frialdad después de terminar la
carrera y en el podio. Sun Yang, el coloso que arrasó en los Juegos de
Londres, se ha ganado mala fama en los últimos años. Se negó a
participar en la final de 1.500 en los pasados Mundiales de Kazán, tras
protagonizar un conflicto con la nadadora brasileña Lara Oliveira en la
piscina de calentamiento. Al parecer, Sun Yang se comportó de manera muy
desagradable, agresión incluida.
Sobre el nadador chino, que pasa grandes temporadas de entrenamiento
en Australia, pesa el estigma del dopaje. Se le impuso una sanción
retrospectiva, que no cumplió totalmente, por el consumo de una
sustancia incluida en la lista de productos dopantes, aunque el entorno
de Sun Yan declaró que se trataba de una medicina destinada a aliviar un
problema cardiaco del nadador.
Mack Horton encabeza junto a Cameron McEvoy, el mejor velocista del
mundo, la revolución australiana. Se esperan grandes noticias de un
equipo que ha logrado dos medallas de oro en la primera jornada. Estados
Unidos no logró ninguna victoria, a pesar de la excelente actuación de
Chase Kalisz, que aguantó al fenomenal Kosuke Hagino hasta los últimos
metros de la final de 400 estilos. Por primera vez desde 2004, Phelps no
formó parte de la prueba. Tampoco Ryan Lochte, campeón olímpico en
Londres.
En la final de 4x100 metros libres, las estadounidenses
lanzaron a dos jóvenes (Simone Manuel y la prometedora Abby Weitzel) y
dejaron para la segunda parte de la carrera a Dana Vollmer, que ha
regresado a la natación después del nacimiento el pasado año de su
primer hijo, y a la asombrosa Katie Ledecky, cuya condición de fondista
no le impidió marcar un gran parcial de 52.79 segundos, insuficiente en
todo caso para contener a Cate Campbell, imperial en el último relevo
australiano. Fue la única del elenco de finalistas que descendió de los
52 segundos (51.97).
Si todo es como parece, el británico Adam Peaty, otro de los notables
de la nueva generación, debería ganar hoy la final de 100 metros braza.
Después de batir el récord del mundo (57.55 segundos) en la primera
ronda, volvió a deslumbrar en las semifinales, con 57.62. Peaty ha
logrado ocho de las diez mejores marcas de la historia y es el único
bracista que ha bajado de los 58 segundos, hazaña que ha conseguido tres
veces. Nadie ha dado la impresión de comprometerle. El mejor de sus
adversarios, el japonés Takeshi, terminó a más de 1,5 segundos del
británico.
Para Katinka Hosszu, la victoria en los 400 metros estilos fue
grandiosa por dos motivos. Era su primera medalla después de tres
participaciones sin éxito. La enorme magnitud de su récord mundial
añadió más valor a su triunfo. Hosszu, la estajanovista de las piscinas,
se enfrentó menos a sus rivales que al récord mundial de la china
Shiwen Ye, cuyo tiempo en los Juegos de Londres (4.28.43) despertó una
controversia considerable. Ye terminó la prueba 58.68 segundos, sólo
tres centésimas más que el parcial de Ryan Lochte en la final masculina.
Nunca se había visto algo parecido.
Hosszu se aseguró de ventilar el récor de la china con unos parciales
monstruosos. A falta de los últimos 100 metros, su parcial mejoraba en
cinco segundo el tiempo de Shiwen Ye, una distancia abismal que se
acortó en estilo libre, donde la húngara perdió casi tres segundo con
respecto al último parcial de la nadadora china. Suficiente en todo caso
para batir el récord del mundo por dos segundos de diferencia. La marca
figura desde ahora mismo entre las más imponentes del libro de los
récords mundiales.
Al borde de la piscina, Shane Tusup volvía mostrar su extemporáneo
carácter. Marido y entrenador de Hosszu, ha cambiado radicalmente la
trayectoria de la nadadora húngara, a la que conoció durante la etapa de
ambos en el equipo de la Universidad de Southern California. Tras el
fracaso de Londres, donde Katinka Hoszu no alcanzó ni de lejos las
expectativas que había alimentado, el plan de Tusup propició un modelo
apenas visto en el mundillo: menos entrenamiento, multiplicación de
pruebas, participación constante y máximo esfuerzo incluso en las series
preliminares.
Lo que parecía una locura ha transformado a Katinka Hosszu en una
máquina de la natación. Cuanto más se le exige, mejor funciona. Y de
paso gana más dinero que nadie. Es la única nadadora que ha ganado más
de un millón de dólares por sus éxitos en el circuito mundial de
natación. No sólo acude a todas las citas, sino que participa en un
abultadísimo número de pruebas, con unos resultados espectaculares y con
un leve aire de sospecha a su alrededor.
Fuente: As.com / Santiago Segurola
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