Los médicos no estaban en sus
consultorios, sino en la calle. Vestidos con sus batas se esforzaban por
escucharse entre sí debido al ruido del motor de un camión tipo Vacuum,
contratado por los socios de la clínica. Uno de ellos era el presidente de la
junta directiva, Jorge Olaizola. Su mirada estaba aún atónita. Se agarraba el
cabello, la nuca y prensaba los dientes, incrédulo del desastre. “Se inundó la
central de suministros en el sótano, donde están todos los medicamentos e
insumos”.
¿Qué tipo de insumos?
Sondas, medicamentos, catéteres,
todo lo que se puedan imaginar, respondía acompañado de sus compañeros.
El agua del Cabriales entró
incluso hasta los tres tanques de agua. Se mezcló y contaminó la reserva de la
clínica. Pero no fue lo único que se perdió. La unidad de rayos X se inundó
completa. En la unidad de ecografía el agua llegó hasta el techo. La fuente
eléctrica la tuvieron que apagar, funciona solo la planta. “La clínica está
cerrada total... total, total”, dijo el doctor con resignación.
La emergencia de adultos fue
trancada. La de niños también. En la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) no
quedó nadie. Al menos 24 pacientes hospitalizados y 18 en emergencia fueron
evacuados: los que estaban mejor, enviados a sus casas; y los que no tanto,
llevados a la Clínica La Viña, que prestó apoyo. La alcaldía de San Diego, con
el propio Vicencio “Enzo” Scarano supervisando los trabajos, utilizó la unidad
de bomberos y seis hombres para ayudar con el drenaje del agua.
Es muy temprano para hacer una
estimación económica de las pérdidas. Primero hay que sacar toda el agua.
“Creemos que no quedó nada, por lo menos en central de suministros”. Los
equipos, que posiblemente están dañados para siempre, están asegurados, dijo
Olaizola. Pero el problema será reponerlos e importarlos, sabiendo la crisis de
divisas y depresión económica del país.
Fuente: El Carabobeño
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