viernes, 29 de abril de 2016
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La vida en Venezuela con apagones todos los días
Sudando copiosamente bajo el sol abrasador que cae sobre el Lago Maracaibo, José Ortega padece los rigores de una crisis económica a la que ahora se suman más de 4 horas diarias sin electricidad.
Acaba de volver la luz y está en el portal de su humilde casa levantada en pilares a la orilla del lago. Su pequeño y desvencijado taller de carpintería está a media marcha, sin funcionar la sierra y la lijadora.
"Nos afecta mucho, los apagones no avisan, ¡plum y ya está!, no le da a uno tiempo de apagar nada y todo se daña". A uno de sus vecinos se le quemó el televisor, a otro la nevera, cuenta a la AFP.
En los palafitos de Santa Rosa de Agua, una comunidad de pescadores fundada hace más de 200 años en el norte de Maracaibo, el agua llega a través de una manguera cada 8 días.
"Tenemos que bombear la poceta con el agua de la playa", manifestó este carpintero de 45 años, que también vive de la pesca.
La luz la cortan irregularmente, y en barrios como la Trinidad faltó casi unas 20 horas a inicios de semana.
El racionamiento que puso en vigor el presidente Nicolás Maduro ha desatado focos de protesta con saqueos en Maracaibo, y disturbios en otras urbes.
"Esto está crítico. Ahorita aquí en Venezuela no hay futuro, a veces tengo que brincar y saltar para que mis 2 hijos tengan sus estudios. Nos pega duro porque no conseguimos ni barato ni caro. Estamos comiendo puro plátano, aunque medio nos ayudamos con el pesca'ito que sacamos del lago", dice Ortega con marcado acento caribeño.
A pocas casas de ahí, Ramón Morillo, pescador artesanal de 58 años, muestra a la AFP el refrigerador por cuya reparación tuvo que pagar 14 mil bolívares.
- ¡Qué Dios mire pa'bajo! –
A Maracaibo le llaman jocosamente "la ciudad más fría de Venezuela" porque las temperaturas que superan los 35 grados centígrados mantienen al tope los aires acondicionados.
Los antimotines de la Guardia Nacional patrullan las calles de Maracaibo, controlan las filas de los supermercados, custodian el Metro y sectores comerciales, en prevención de desórdenes.
Apenas cae la noche, y en el día durante el racionamiento, muchos comercios cierran sus puertas y las gasolineras dejan de funcionar, formándose colas de autos.
"Si no hay luz ¿cómo trabajo, pago a mis 5 empleadas y el alquiler del local? Esto es un desastre. Aquí ya no se puede vivir. A mi hijo de 32 años lo mataron por robarle el carro. Esto es una olla de presión a punto de estallar", se quejó Carmela de la Hoz, dueña del salón "Mundo de la Belleza", en San Miguel, un sector popular de Maracaibo.
Uno de sus clientes quedó con el cabello a medio cortar. Volverá en 4 horas, si llega la luz. "Yo me calo (aguanto) las colas y tenía casi 5 kilos de carne. Todo se me dañó. Uno trata de sobrevivir, pero esto va cada día peor. Mi hija se fue del país, porque aquí no hay futuro", agregó María Teté, a sus 61 años la peluquera más experimentada del salón.
En los palafitos, marginados de las bonanzas petroleras y en cuyos callejones los "malandros" hacen de las suyas, no quieren saber de política.
Dos letreros cuelgan de las puertas de la casa y el taller de Ortega: "Se vende", anuncian en tinta negra sobre trozos de madera. "¡Será Dios que mire pa'bajo y nos ayude un poco!", dice con resignación.
Fuente :El Carabobeño
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