La historia saluda ya a Usain Bolt como el velocista más grande
de todos los tiempos. Se podía contemplar antes de la final de los 100
metros por el peso indiscutible de sus récords, pero en la tabla que
jamás se borra, la del medallero olímpico, se podrá decir que al menos
hubo un velocista en la humanidad que en la prueba que más atención
despierta en los Juegos Olímpicos que logró tres oros olímpicos.
Su victoria desmonta todo cuanto se teoriza sobre el deporte. Se dice que los Juegos son la expresión de cuatro años de trabajo.
El rayo de Trewlany se ha acostumbrado a sembrar las alarmas en las
fechas previas a las grandes citas. Lesiones, estados de forma
cuestionados hacen albergar esperanzas a los rivales. Luego llega el día D y se los merienda.
Bolt adujo que las series del viernes eran matinales para justificar su
mala puesta en escena. "Era por la mañana y no estaba muy despierto.
Pero en la final lo haré mejor", dijo. Había reaccionado en 156
milésimas.y fue sincero. Reaccionó en 155. Sólo el marfileño Meite salió peor.
Bolt, como es costumbre, inició la caza. Rebasó a Vicaut, el francés que honró a Europa en la final, y casi al alimón a Blake,a Brommell y a De Grasse (9.91), el canadiense que se pegó a su estela y volvió a ser bronce como en los Mundiales de Pekín. A mitad de carrera sólo quedaba Justin Gatlin, el objetivo más difícil.
Fuente:Marca.com
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