No juega mal. Pero tampoco brilla. Le cuesta rendir hace años. Y
si en el Barza juega 8 puntos, en Argentina se asoma a los 6. O a los 5
si es que falla un penal decisivo como el otro día. Lionel Messi
es un supercrack, de los históricos, pero no es la típica estrella que
impone su modelo personal al equipo que llega. Él, disciplinado en
fútbol tocador de La Masía, requiere de un funcionamiento que lo ayude a
encontrar su mejor versión, cosa que ni ni Batista en la copa 2011 ni
Sabella en el tramo final del Mundial 2014 ni Martino en estos dos
sudamericanos han conseguido. Aquí cuatro puntos clave que lo
demuestran:
1. No tiene laterales por las bandas para hacer la descarga y ganar opción de pase.
El fútbol de Messi se vuelve centralizado si no tiene opción de pase
por izquierda o por derecha. Su estilo es colectivo, por más que sea un
gran talento individual. En Barza hizo la sociedad con Jordi y Dani,
pero Argentina sufre hace una década la ausencia de laterales ofensivos.
De hecho, Mercado y Rojo son excentrales devenidos en laterales. El
pase por esos flancos no es ni frecuente ni productivo.
2. De socios en la volante tiene a 3 mediocentros naturales sin posibilidad de desdoble.
Martino ha sido terco en un 4-3-3 donde Biglia, Mascherano y
Banega son sus titulares base. Ninguno tiene capacidad de desborde,
ninguno se ofrece como buen primer pase. De hecho, Masche juega en el
Barza, pero ¡de central! Biglia es otro tractor, pero no un habilitador.
Banega tiene más luces, pero tampoco tantas. Ninguna se la pasa y va a
buscar. Otra razón para que su fútbol se centralice exageradamente.
3. Centralizado totalmente su juego, juega a la heroica y termina absorbido por la marca.
Cerrados sus dos canales principales de juego, es decir, los
laterales y los socios del medio, Messi recibe el balón con una
responsabilidad no menor: encabezar los ataques argentinos con pocos
socios ofensivos. Normalmente la toma y ante equipos como Chile queda
atrapado, porque lo presionan entre 3 o 4 y casi siempre pierde opción
de finiquitar bien. Si patea lo hace descolocado. Y si asiste, lo hace
desequilibrado.
4. Cuando filtra un pase o se da la opción, la puntería de sus delanteros no es la del Barza.
En medio de un esquema poco favorable, las opciones de gol se
reducen y más si el equipo rival es Chile. Vas a tener una o dos y esas
hay que meterlas. No es el Barza donde tienen 6 por partido. Higuaín
falló una increíble y el ‘Kun’ pateó otra desacomodado, víctima de las
ansiedades de un equipo al que ganar una copa ya se le ha hecho un
complejo. Sin el apoyo del funcionamiento y de jugadores finos en el
último toque, es difícil ganar. Para Messi, imposible.
Fuente: El Comercio / Perù
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