Gran
Bretaña y la UE no van a tener más remedio que dejar que pase el verano
para rebajar la enorme tensión causada por el referéndum que ha acabado
en divorcio y dejar que cada cual reflexione sobre los próximos pasos a
dar. Aunque desde Bruselas las principales instituciones europeas y los
partidos políticos de la mayoría instaban al primer ministro británico
David Cameron a decidirse cuanto antes a iniciar los trámites para la
desconexión, en el Consejo Europeo los líderes de los países miembros
intentaban al mismo tiempo buscar fórmulas para una salida que no cause especiales heridas a ninguna de las dos partes.
Cameron, el promotor de este proceso que ha terminado en la peor crisis de la historia de la UE, llegó a su última cumbre diciendo que quería sentar las bases de las futuras relaciones del Reino Unido con la UE pero se encontró con que el conjunto de los líderes solo le ofrecen abrir las negociaciones si se atreve a dar el paso formal de invocar el artículo 50, que desencadena el proceso de separación, cosa que insiste que dejará a su sucesor.
El presidente de la Comisión acabó siendo comprensivo cuando explicó que «podía suceder que el próximo primer ministro sea un partidario del Brexit con lo cual tomará la decisión al minuto siguiente, o partidario de quedarse, en cuyo caso tardaría algunos días».
De lo que no parece que haya dudas es que esa decisión se tomará. Incluso la canciller alemana Angela Merkel lo dijo al término de la reunión: «Hoy no veo como se podría revertir esta situación» creada por un referéndum cuyos resultados todo el mundo se empeña en respetar.
Pero Merkel fue aún más rotunda cuando dijo que dijo que Gran Bretaña no puede esperar ningún tipo de negociación «ni formal ni informal» antes de que comunique legalmente que lo que quiere es abandonar la UE. Juncker, ha prohibido incluso a todos los comisarios y altos funcionarios de la Comisión que entablen cualquier tipo de «negociaciones secretas» con el Gobierno británico, hasta que este no haya clarificado sus intenciones,
En realidad, lo único que se podía sacar en claro de esta reunión es conocer cuales son los planes del Gobierno británico para la presidencia rotatoria que le corresponde en el segundo semestre del año que viene y que nadie piensa cabalmente que pueda llevar a cabo. Legalmente, sin embargo, mientras no esté fuera, sigue siendo un país miembro, con sus derechos y obligaciones y Cameron dijo
Previendo este desarrollo de los acontecimientos, Donald Tusk ha propuesto a los jefes de Estado y de Gobierno celebrar una segunda cumbre a 27 en septiembre, para hablar del futuro del proyecto europeo tras la salida del Reino Unido.
Lo que si parece que le ha quedado claro a Cameron es la posición unánime de todos los demás presidentes de que no puede pensar que después de salir de la Unión Europea podrá tener acceso al mercado único si no acepta todas sus obligaciones, incluyendo la libre circulación de personas. En el momento de abandonar por última vez el edificio del Consejo, el británico reconoció que era una noche triste y que «no quería haber estado en esta situación», que lamentaba haber perdido el referéndum «pero no el haberlo convocado» y a todos los ciudadanos de su país que afrontan esta situación con desasosiego les dijo que «hay que aceptar el resultado». Es curiosa su insistencia en prometer que trabajará para tener las «mejores relaciones posibles» con la UE cuando en realidad ya las tenía y él las ha destrozado.
Cameron, el promotor de este proceso que ha terminado en la peor crisis de la historia de la UE, llegó a su última cumbre diciendo que quería sentar las bases de las futuras relaciones del Reino Unido con la UE pero se encontró con que el conjunto de los líderes solo le ofrecen abrir las negociaciones si se atreve a dar el paso formal de invocar el artículo 50, que desencadena el proceso de separación, cosa que insiste que dejará a su sucesor.
El presidente de la Comisión acabó siendo comprensivo cuando explicó que «podía suceder que el próximo primer ministro sea un partidario del Brexit con lo cual tomará la decisión al minuto siguiente, o partidario de quedarse, en cuyo caso tardaría algunos días».
De lo que no parece que haya dudas es que esa decisión se tomará. Incluso la canciller alemana Angela Merkel lo dijo al término de la reunión: «Hoy no veo como se podría revertir esta situación» creada por un referéndum cuyos resultados todo el mundo se empeña en respetar.
Pero Merkel fue aún más rotunda cuando dijo que dijo que Gran Bretaña no puede esperar ningún tipo de negociación «ni formal ni informal» antes de que comunique legalmente que lo que quiere es abandonar la UE. Juncker, ha prohibido incluso a todos los comisarios y altos funcionarios de la Comisión que entablen cualquier tipo de «negociaciones secretas» con el Gobierno británico, hasta que este no haya clarificado sus intenciones,
En realidad, lo único que se podía sacar en claro de esta reunión es conocer cuales son los planes del Gobierno británico para la presidencia rotatoria que le corresponde en el segundo semestre del año que viene y que nadie piensa cabalmente que pueda llevar a cabo. Legalmente, sin embargo, mientras no esté fuera, sigue siendo un país miembro, con sus derechos y obligaciones y Cameron dijo
Previendo este desarrollo de los acontecimientos, Donald Tusk ha propuesto a los jefes de Estado y de Gobierno celebrar una segunda cumbre a 27 en septiembre, para hablar del futuro del proyecto europeo tras la salida del Reino Unido.
Lo que si parece que le ha quedado claro a Cameron es la posición unánime de todos los demás presidentes de que no puede pensar que después de salir de la Unión Europea podrá tener acceso al mercado único si no acepta todas sus obligaciones, incluyendo la libre circulación de personas. En el momento de abandonar por última vez el edificio del Consejo, el británico reconoció que era una noche triste y que «no quería haber estado en esta situación», que lamentaba haber perdido el referéndum «pero no el haberlo convocado» y a todos los ciudadanos de su país que afrontan esta situación con desasosiego les dijo que «hay que aceptar el resultado». Es curiosa su insistencia en prometer que trabajará para tener las «mejores relaciones posibles» con la UE cuando en realidad ya las tenía y él las ha destrozado.
Fuente: ABC.es
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