Maialen acababa de hacer historia: primer
oro olímpico para el piragüismo aguas bravas español, pero también la
primera vez que lo conseguía una española tras ser madre. Ane,
su mejor medalla, tiene sólo tres años y esperaba a su madre junto al
canal para abrazarla. Había estado en la grada animándola junto a sus
abuelos y a Raquel, su cuidadora desde que tiene tres meses y que viaja
con toda la familia a cada concentración y competición porque Maialen no
se quiere perder ni un segundo de la vida de su hija. Tenerla
En cuanto cruzó la meta sonrió y
levantó los brazos. Ya sabía que tenía la medalla en el bolsillo. Sólo
quedaban dos participantes más en la final de K1 femenino y el mejor
tiempo era suyo, con mucha diferencia. Era la única que había conseguido bajar de los 100 (98.65).
Si sus rivales querían el oro iban a tener que hacer una bajada
perfecta, casi como la suya. Pero ninguna pudo volar como lo hizo ella,
que acabó sacando tres segundos a la neozelandesa Luuka Jones, que se
llevó la plata (101.82). La australiana Jessica Fox completó el podio.
cerca le
da tranquilidad.
Ane
no paraba de sonreír contagiada por todo el equipo español pero es
demasiado pequeña para ser consciente de la gesta que acababa de lograr
su madre en el Whitewater Stadium de Deodoro en Río de Janeiro. "Se
entera de todo, ya sabe que su madre es campeona olímpica pero lo que no
sabe es la trascendencia que tiene", decía Xabier Etxainz, el marido y
entrenador de Maialen con Ane en brazos. "Los hijos son lo mejor pero el
oro olímpico también sienta muy bien", añadía riendo.
Antes,
sobre la piragua, Maialen había hecho la bajada casi perfecta, aunque
ella no se encontró cómoda. No la disfrutó, no sentía, parecía un robot.
Eso dijo ella, pero viéndola en el agua, con la rapidez con la que
bajó, con la limpieza y fluidez que lo hizo, cualquiera diría que había
cometido algún mínimo error.
"Cuando ha llegado a la meta y he mirado el tiempo y ya sabía que era
oro. No ha hecho la mejor bajada de su vida. Antes de que bajase he
hablado con Ander Elosegi y he dicho que para ganar tenía que hacer 98 y
al final lo ha hecho", decía su marido, que en cuanto vio que se
confirmaba que era campeona olímpica, se lanzó al agua junto al
entrenador de Ander para abrazar a su mujer. Pero para que fuese
perfecto faltaba la pequeña Ane, a la que Maialen buscaba con la mirada y
en cuanto la vio, salió del agua.
Un ejemplo para todas las madres trabajadoras
La medalla de Maialen va mucho más allá, no es sólo un oro olímpico. Es un ejemplo de que la maternidad no tiene por qué ser un punto final en la carrera de las deportistas
sino que puede ser un punto y seguido, como ha hecho ella, que estuvo
remando hasta dos días antes de dar a luz. Después quiso volver y
demostrar que se puede conciliar, aunque sea un ejercicio de hacer
malabarismos. "Hicimos una apuesta por la maternidad y la hemos ganado",
decía una Maialen exultante. "Espero que esta medalla sirva para que
haya más ayudas al piragüismo y que sea un aliciente más para los que
aman este deporte, pero también para las mujeres de este país vean que
se puede ser deportista de alto nivel y ser madre. Ojalá esta medalla
ayude a la sociedad", reconocía su marido.
Fuente: Marca.com
0 comentarios:
Publicar un comentario