jueves, 11 de agosto de 2016

Maialen Chourraut Campeona Olímpica del K1 aguas bravas



Maialen acababa de hacer historia: primer oro olímpico para el piragüismo aguas bravas español, pero también la primera vez que lo conseguía una española tras ser madre. Ane, su mejor medalla, tiene sólo tres años y esperaba a su madre junto al canal para abrazarla. Había estado en la grada animándola junto a sus abuelos y a Raquel, su cuidadora desde que tiene tres meses y que viaja con toda la familia a cada concentración y competición porque Maialen no se quiere perder ni un segundo de la vida de su hija. Tenerla
En cuanto cruzó la meta sonrió y levantó los brazos. Ya sabía que tenía la medalla en el bolsillo. Sólo quedaban dos participantes más en la final de K1 femenino y el mejor tiempo era suyo, con mucha diferencia. Era la única que había conseguido bajar de los 100 (98.65). Si sus rivales querían el oro iban a tener que hacer una bajada perfecta, casi como la suya. Pero ninguna pudo volar como lo hizo ella, que acabó sacando tres segundos a la neozelandesa Luuka Jones, que se llevó la plata (101.82). La australiana Jessica Fox completó el podio.
cerca le da tranquilidad.

Ane no paraba de sonreír contagiada por todo el equipo español pero es demasiado pequeña para ser consciente de la gesta que acababa de lograr su madre en el Whitewater Stadium de Deodoro en Río de Janeiro. "Se entera de todo, ya sabe que su madre es campeona olímpica pero lo que no sabe es la trascendencia que tiene", decía Xabier Etxainz, el marido y entrenador de Maialen con Ane en brazos. "Los hijos son lo mejor pero el oro olímpico también sienta muy bien", añadía riendo.
Antes, sobre la piragua, Maialen había hecho la bajada casi perfecta, aunque ella no se encontró cómoda. No la disfrutó, no sentía, parecía un robot. Eso dijo ella, pero viéndola en el agua, con la rapidez con la que bajó, con la limpieza y fluidez que lo hizo, cualquiera diría que había cometido algún mínimo error.

"Cuando ha llegado a la meta y he mirado el tiempo y ya sabía que era oro. No ha hecho la mejor bajada de su vida. Antes de que bajase he hablado con Ander Elosegi y he dicho que para ganar tenía que hacer 98 y al final lo ha hecho", decía su marido, que en cuanto vio que se confirmaba que era campeona olímpica, se lanzó al agua junto al entrenador de Ander para abrazar a su mujer. Pero para que fuese perfecto faltaba la pequeña Ane, a la que Maialen buscaba con la mirada y en cuanto la vio, salió del agua.

Un ejemplo para todas las madres trabajadoras

La medalla de Maialen va mucho más allá, no es sólo un oro olímpico. Es un ejemplo de que la maternidad no tiene por qué ser un punto final en la carrera de las deportistas sino que puede ser un punto y seguido, como ha hecho ella, que estuvo remando hasta dos días antes de dar a luz. Después quiso volver y demostrar que se puede conciliar, aunque sea un ejercicio de hacer malabarismos. "Hicimos una apuesta por la maternidad y la hemos ganado", decía una Maialen exultante. "Espero que esta medalla sirva para que haya más ayudas al piragüismo y que sea un aliciente más para los que aman este deporte, pero también para las mujeres de este país vean que se puede ser deportista de alto nivel y ser madre. Ojalá esta medalla ayude a la sociedad", reconocía su marido.

Fuente: Marca.com

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